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dimecres, 20 de juliol del 2016

Una mujer de otro siglo por un día



Esta es mi escena de época preferida basada en la película a Good Woman de Mike Barker (2004). La grabamos en mayo en el Mas Mir en Ripollet, toda una experiencia. Tuvimos toda clase de problemas con el audio: la gente que pasaba y nos interrumpía, los ciclistas, los pocos coches que circulaban decidían pasar cada vez que dábamos acción, los cencerros de las vacas y cabras del lugar... Toda una odisea que al final ha dado este resultado.  Espero que la disfrutéis tanto como yo, fue una experiencia inolvidable dar vida a esta mujer, uno de los personajes con los que más he conectado emocionalmente y que más magia me han dado, gracias también a una gran compañera y amiga como es Marina Julman.

Ahora puedes disfrutar en 6 minutos todo nuestro cariño por la profesión interpretativa.

dissabte, 28 de maig del 2016

Críticas: Modular: (Everything has changed)




Modular: (Everything has changed) es una de esas obras intimistas de interpretación libre y completamente personal. El ciclo Yo gesto de la Sala Fènix, basado en propuestas escénicas principalmente corporales e interpretativas, finalizaba con esta pieza de la compañía VoxDansa Ensemble.

La atmósfera es la clave de este espectáculo en Barcelona basado en la danza Butô de origen japonés. El Butô es un conjunto de técnicas de danza nacidas en 1950 de la mano de Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno. La dura postguerra después del estallido de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki motivó la creación de un movimiento artístico que acompañara unos cuerpos mutilados y afectados por sus efectos secundarios. Esta danza se basa en la reflexión del cuerpo dentro del cosmos, en cómo éste siente y habla por sí mismo, por eso mismo una de las partes fundamentales del Butô es la improvisación

La intérprete Josephine Grundy recibe solemnemente al espectador y lo introduce en la atmósfera que va a acompañar la pieza. Nada más entrar vemos un escenario minimalista, característica del Butô, un piano, una serie de flautas y una viola que toca aleatoriamente, Chris Orton, el músico que la acompaña y completa la pieza. Asistimos a un viaje interno de la intérprete a través del movimiento y algún que otro efecto sonoro y lumínico. El público observa expectante un cuerpo que se retuerce experimentando al ritmo del músico que se convierte en un hechicero desafinado que guía a su presa a través de la melodía. 

Pero en la mirada de Josephine hay algo, no sabemos qué pero algo ve, sus ojos muestran algo que no somos capaces de visualizar pero su mirada se vuelve magia. Su estado de concentración y la atmósfera que se crea desde el principio convierten la experiencia en un trance, hay momentos en que incluso el aire podría cortarse con un cuchillo. Los movimientos abstractos e impredecibles incitan a la imaginación a realizar sus propias conclusiones.

Modular: (Everything has changed) es un viaje emocional para el público pero sobre todo para la intérprete que parece transitar por emociones tales como la calma, la paciencia, el miedo, la alegría o incluso la soledad dentro de su mundo onírico. Lo que uno siente o ve es difícil de transmitir con exactitud, como un sueño descrito que pierde el sentido al ser explicado. Lo que vivimos es el traslado de unos sentimientos a través de sensaciones que cada individuo recepcionará e interpretará a su manera. Esto es el teatro experimental, una explosión de sentimientos encontrados, uno entra sin esperar nada en concreto y se deja llevar por la propuesta, pude gustar más o menos pero el espectador no queda nunca indiferente.

dilluns, 16 de maig del 2016

Crítica: No me llames Solsticio, llámame Otoño


No me llames Solsticio, llámame Otoño es una pequeña pieza de clown gestual llena de dinamismo e inocencia con un final redondo. María García Lucas y Javier Pastor Giménez de la compañía Sietedemayo presentaron en la Sala Fènix la segunda obra del ciclo Yo Gesto con una gran afluencia de público y una muy buena acogida.

El otoño es raro, melancólico, una despedida, es el momento en el que empezamos a pasar del buen tiempo del verano al frío del invierno y, para muchos, se acaban las vacaciones. Los signos clásicos de la estación como las hojas caídas, el viento y los periódicos que vuelan abandonados nos sitúan en la escena. Sus dos personajes parecen solitarios, sufren las inclemencias del tiempo, se encuentran, se miran, se divierten, juegan, se enamoran, se odian, sus emociones son tan ligeras y confusas como el tiempo, tan inocentes y espontáneos como los niños.

El trabajo corporal se combina con la sensibilidad musical que los orienta y refuerza la propuesta. Los actores se dejan llevar por la música que les marca el ritmo y la ejecución de sus movimientos. Asimismo las luces además de facilitar la creación de la atmósfera también tienen una función fundamental que guía la corporalidad y las acciones de los personajes.

Con pocas palabras y gran expresividad los dos chicos nos explican una historia bien sencilla con la que todos nos podemos llegar a identificar. El guión demuestra que de una idea bien sencilla y bien llevada puede obtenerse un gran resultado. Los actores consiguen desde el primer momento concentrar la atención del público, su gran expresividad, la buena energía y un entendimiento perfecto entre la pareja lo convierten en una obra simpática y, disculpadme la palabra pero no encuentro otra más perfecta, muy “cuqui”.



dissabte, 30 d’abril del 2016

Crítica: Una Comedia Incómoda





Hace siglos del nacimiento de la Comedia del Arte y a diferencia de lo que se pueda pensar no pasará nunca de moda. En Una Comedia Incómoda de la compañía TEATRO del LAZZI procedente de Málaga hemos visto un claro ejemplo de que sigue estando más viva que nunca. Una obra de teatro en Barcelona, concretamente en la Sala Fènix, un trabajo actual lleno de guiños y crítica social, eso sí, respetando las bases más clásicas de la Comedia.

La Commedia dell'Arte nació en Italia en la segunda mitad del siglo XVI. Sus personajes se caracterizan por llevar en su mayoría máscaras, cada una diferente, que les confieren una apariencia que pretende ridiculizar la realidad a la vez que los dota de personalidad y es que cada uno de ellos responde a una psicología determinada. En sus inicios el término Comedia del Arte se usaba para distinguir esta modalidad del teatro clásico y se usaba para designar a los actores no profesionales, es decir aquellos artistas: acróbatas, bailarines, cantantes de la calle. Con el tiempo se fue extendiendo por Europa y ha sido fuente de inspiración de grandes iconos de la literatura como Cervantes, Lope de Vega, dramaturgos como Molière o incluso poetas y/o artistas plásticos como Bertolt Brecht o Pablo Picasso.

Es emocionante la versatilidad de la Comedia del Arte, ya que permite la introducción de características de todo tipo desde la política hasta la sociedad o la tecnología. Mientras los personajes conserven la base de su estereotipo todo vale. Y eso es precisamente lo que más me maravilla de Una Comedia Incómoda su calidad para unificar los rasgos del estereotipo de sus personajes con anécdotas de última hora, improvisaciones con el público e incluso alguna participación en alguna de sus escenas. El público no puede despistarse o el avispado actor -atento a todo lo que pasa- seguro que tiene en cuenta tus movimientos para la improvisación de su monólogo y es que esa es la razón que da el nombre a la obra. Esta comedia es incómoda precisamente por esta razón, por la inseguridad que puede provocar en el público su -pequeña- participación en ella.

El actor está solo, pero la obra no es un monólogo, sino que él mismo interpreta a todos los personajes que incluso llegan a dialogar entre ellos. Javier Oliva tiene una gran capacidad vocal y solo cambiando el tono de su voz consigue crear la sensación de que hay más de un personaje en el escenario. Cabe destacar que, como no podría ser de otra forma, controla el cuerpo de cada uno en su totalidad. Con ayuda del vestuario y de la postura corporal se transforma en uno u otro de sus personajes y es capaz de moverse por un entorno distinto con diferentes obstáculos y objetivos.

Oliva interpreta él sólo al avaro y obsceno Pantalone, al sirviente acróbata Zanni, al bromista Arlequino, al presuntuoso de Il Dottore y, por supuesto, al fantoche de Il Capitano. Me hubiera encantado ver a Pedrolino, sin embargo teniendo en cuenta que es una derivación que nace de la figura de Zanni entiendo que algunos personajes deben quedarse fuera.

Quizás la particularidad de Una Comedia Incómoda es que el actor actúa dentro de la interpretación. Es decir, Javier Oliva se interpreta a sí mismo y construye su espectáculo en Barcelona a través de la necesidad de interpretar él solo a todos los personajes porque su compañía no es capaz de llegar a tiempo y no le queda más remedio que defender su obra solo ante el público al que no puede dejar sin espectáculo. Gracias.

diumenge, 3 d’abril del 2016

¿Son los #OscarsStillSoWhite?

Muchos son los actores que se han rebelado contra los premios de la Academia por considerar que sufren una discriminación racista



Un año más 20 actores y actrices han optado a los premios Oscar. Quizás el tema principal de esta edición hubiera sido la expectativa de que, por fin, Leonardo DiCaprio recibiera su esperada estatuilla, ya no por su último trabajo en “El Renacido”, sino por conmemoración a toda su carrera. Sin embargo, la polémica ha surgido debido a que por segundo año consecutivo no ha habido ningún hombre (o mujer) de color entre los nominados. De hecho, este suceso no es tampoco una novedad, en 88 ediciones solamente 15 estatuillas han ido a parar a manos de dicho colectivo.

En toda la historia el primer hombre de color que ganó un trofeo dentro de la categoría de Mejor Actor fue Sidney Poitier en 1964 por Los Lirios del Valle. No hubo ninguno más para los afroamericanos dentro de la categoría hasta 38 años después con Denzel Washington por Día de Entrenamiento en 2002. Ese mismo año ganaba otro Oscar Halle Berry por Monster’s Ball y Sidney Poitier recibía la estatuilla honorífica por su carrera. Ese fue pues un año brillante para la comunidad afroamericana. Unos años después, en 2005, fue Jaimie Foxx quien lo consiguió por Ray. Y así hasta la fecha, el último que ganó el Oscar al Mejor Actor fue Forest Whitaker por el Último Rey de Escocia en 2007.

Como Mejor Actor de Reparto o secundario el primero fue en 1940 Hattie McDaniel por Lo que el Viento se Llevó. Después le siguió Louis Gossett, Jr. quien lo obtuvo por Oficial y Caballero en 1983. Denzel Washington ganó su primer Oscar por Tiempo de Gloria en 1990, tan solo un año después Whoopi Goldberg se lo llevó por Ghost. El siguiente fue Cuba Gooding Jr. por Jerry Maguire en 1997. No fue hasta 2005 que Morgan Freeman se hacía con su premio por Million Dollar Baby. Le siguieron Jennifer Hudson por Dreamgirls en 2007, Mo’nique por Precious en 2009 y Octavia Spencer por Criadas y Señoras en 2012. La más reciente fue Lupita Nyong’o por 12 Años de Esclavitud en 2014.

Muchos apuntan a que sencillamente no se han producido nominaciones de afroamericanos porque no se lo merecían. Este es el caso de la actriz Charlotte Rampling ya que según ella “quizá los actores negros no merecían llegar a la recta final” y que “se trataba de racismo contra blancos”. El revuelo que provocaron estas palabras hizo que Rampling afirmara que se había, supuestamente, malinterpretado su declaración. Pero lo cierto es que muchos han defendido que este año ha habido interpretaciones de calidad que podrían haber optado al galardón como por ejemplo Will Smith por La Verdad Duele, Idris Elba por Beast of No Nation, Sa­muel L. Jackson por los Los Odiosos Ocho  y Michael B. Jordan por Straight Outta Compton. 

Esta es la razón por la que el productor y guionista Spike Lee inició lo que llamaría boicot a los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. A este llamamiento se le unieron prácticamente de inmediato Jada Pinkett-Smith, la mujer de Will Smith y consecuentemente lo hizo él por no sufrir una posible “incomodidad” en la gala, aunque lo afirmó sin muestras de resentimiento. Otros como Whoopi Goldberg se mostraron completamente contrarios al boicot y Mark Ruffalo se lo estuvo pensando aunque finalmente se presentó a la gala e intentó robar una estatuilla del decorado por diversión. Mientras tanto el presentador de la gala y afroamericano Chris Rock continuará siendo el maestro de ceremonias aunque mostró su descontento con la Academia. Twitter ardía como es natural en comentarios bajo los hashtag #OscarsSoWhite y #OscarsStillSoWhite.


El día de los Oscars llegó y la manifestación convocada por el reverendo Al Sharpton se celebró con 200 asistentes que se congregaron a la salida del Dolby Theatre. Consiguieron generar un poco de ruido pero únicamente para mantener el debate abierto y pendiente de revisión para próximas ediciones. Sin embargo, no son los únicos que se podrían considerar discriminados, lo mismo pasa con los latinos y con las mujeres. Sólo una mujer ha ganado el Oscar a la mejor dirección, fue Kathryn Bigelow por Tierra Hostil en 2010. Respecto a nominaciones ha habido 4 contando la anterior: Lina Wertmuller por Pasqualino Siete Bellezas en el año 1976 y Jane Campion por El Piano en 1993, aunque la dirección solo se quedó en candidatura sí ganó el Oscar a la mejor dirección. Por último Sofia Coppola optó al galardón por Lost in Translation que tampoco se llevó el Oscar a la mejor dirección, pero sí el de mejor guión en 2004. Por estas razones se puede decir que los Oscars están dominados principalmente y en su mayoría, como suele suceder en todos los ámbitos, por hombres blancos.

divendres, 18 de març del 2016

Cabaret Victoria: un soplo de aire fresco




El siglo XIX dejó en nuestra memoria personajes mundialmente reconocidos y admirados como Edgar Allan Poe, Hermann Hesse, Jules Verne, Benito Pérez Galdós o lo que es lo mismo una gran cantidad de historias, escritos y novelas para hacernos soñar una y otra vez con mundos paralelos, también realistas pero sobre todo fantásticos e incluso oníricos. Esto es precisamente lo que el Cabaret Victoria celebra: literatura, fantasía, música e interpretación con un tono alegre y picarón.

La Sala Fènix recupera una de sus primeras producciones con motivo del tercer aniversario de su apertura. Bajo la dirección de Felipe Cabezas y Pere Cabaret junto al resto del elenco: Aleyda Puerto, Elena Visus, Iván Giménez y Judith Alarcón (papel también interpretado por Alba Valldaura, de la misma manera que Cabezas alterna su interpretación con Jordi Tienza) nos sumergimos en una aventura pirata a grito de “al abordaje” y “sin equipaje”. Cabe destacar la participación de la jovencísima Àgata Cabezas, que aporta un gran valor añadido gracias a su juventud y pasión por una profesión que lleva en la sangre. En pocas producciones podemos disfrutar de un personaje tan joven dentro de una obra que casi podríamos llamar familiar.

No hay cuarta pared. La función empieza antes de empezar, es la hora y nada más abrir la cortina que da paso a la sala nos reciben los actores y nos invitan a unirnos a su tripulación, el pianista toca y la cantante ameniza mientras cada uno toma asiento alrededor del escenario. La obra se estructura en tres actos que combinan tres historias con el teatro de máscaras, la Comedia del Arte, las marionetas y la pantomima. El conjunto se refuerza con trucos visuales de gran efectismo capaces de generar una gran atmósfera que, además, demuestra la versatilidad de la Sala Fènix y el poder de la creatividad en escena. La reciprocidad con el público y la complicidad entre sus personajes es uno de sus puntos fuertes.

La música es esencial ya que es la que conduce la obra y la que aporta ese toque de cabaret y de vodevil tan característico de épocas pasadas –aunque en ocasiones se echa en falta un poco más de proyección vocal-. Igual de importante es su improvisación tanto musical como interpretativa que puede llegar a romper el ritmo, pero que rápido vuelve a su curso gracias a un director que no solo actúa, sino que es capaz de dirigir en escena.

Cabaret Victoria es una obra que produce carcajadas por su frescura y su ingenio, además de por su calidad y variedad interpretativa.

dilluns, 15 de febrer del 2016

La SUMA y la RESTA: humanidad al detalle



La tenue luz de la Sala Fénix ilumina un escenario discreto, solo un pequeño comedor formado por una mesa y varias sillas. Al fondo una proyección da inicio a Suma y Resta, la obra protagonizada por Evelyn Arévalo y Belén Bouso de la compañía Variacions.

Dos mujeres, dos hermanas que aun naciendo en el mismo entorno acaban adoptando pensamientos y formas de vida completamente opuestos. La hermana mayor, Agnès, parece ser la viva imagen del padre, que ella misma describe con gran afecto, negativa la llaman, seria, terrenal. La hermana menor, Laura, a la que correspondería ser como la madre es la positiva, alegre y soñadora.

Agnès tiene prácticamente todo lo que la sociedad premia: una casa, un buen trabajo y un buen marido, solo le falta el bebé y el perro para ser la familia perfecta, pero no parece ser feliz. Laura ha luchado por sus metas pero no lo ha conseguido, sigue soñando aunque anhela en parte la vida que lleva su hermana, de todas maneras, sí parece feliz.

Esta obra, resumida a grandes rasgos, sorprende por la incorporación de material multimedia en formato vídeo que aporta más detalles sobre la vida de los personajes, muestra actividades que sobrepasan el escenario de la obra y completan algunas acciones que se producen fuera del comedor. A través de estas pequeñas filmaciones conocemos a la madre, así como a las parejas de ambas, sin embargo por alguna razón no nos desvela la incógnita sobre el padre. En ocasiones rompe con la estética y la pregunta es si realmente todos los vídeos  aportan algo imprescindible para la obra, más allá de una pequeña integración más profunda de sus personajes.

Aunque los monólogos y la acción de las escenas se combinan con gran naturalidad la estructura de la misma puede llegar a ser confusa. Quizás la historia intenta abarcar demasiados temas sin conseguir cerrarlos en su totalidad. No obstante, al mismo tiempo lleva al espectador a conocer la rutina de las hermanas y va aportando una carga emocional que poco a poco van adoptando las protagonistas debido a sus circunstancias.

Es el egoísmo y la falta de comprensión lo que desemboca en un final, -para no desvelar nada-  impactante, aunque incierto.  Una pequeña falta de contundencia o inconclusión dio lugar a unos primeros tímidos aplausos que luchaban contra la duda de si estábamos ante el final de la obra, unos aplausos que cobraron fuerza y se prolongaron una vez se confirmó que ya había concluido.
Es sin duda una obra con personajes  entrañables en su humanidad. Uno de los aspectos más destacables es la atmósfera intimista, perfecta para una sala pequeña pero confortable y acogedora como es la Sala Fénix.

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