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dimarts, 4 de març del 2014

Yo, discrepo

El lunes leí un artículo en el diario 20 minutos que me dejó perpleja.

El titular decía así “Cada vez más colegios se suman a ‘los días sin balón’”.  Un día sin balón es la supresión durante el recreo del uso de la pelota durante una jornada determinada de la semana.  Según explica el periodista, en algunas escuelas aquellos días en los que se permite la pelota, cito textualmente, “los mayores se adueñan del patio a balonazos, no dejan jugar a los pequeños y arrinconan a las niñas”.

Por este ‘motivo’ los días sin balón tienen “el doble objetivo de rebajar la conflictividad y potenciar los juegos mixtos”. Como podéis observar parece que jugar a la pelota no es un juego mixto. Las chicas no jugamos a la pelota, no. Nótese la ironía.  

Llegados a este punto me sorprende que la solución a un problema de convivencia y de compartición de espacio tenga como solución promocionar la supresión de la pelota.  En este sentido y ante tanta radicalidad yo propongo, ¿Te duele el dedo? Ampútate la mano, ¿Tienes canas? Rápate el cabello, ¡corta por lo sano!
Permítanme decirles que el problema ante esta medida sigue estando ahí, bien latente, concretamente en un pilar fundamental que últimamente muchos olvidan enseñar, educación.

Pero el artículo dice más. Resulta que la medida, que se configura como el proyecto más sólido de alguno de estos centros, ha sido incluida por el Gobierno vasco en el saco de la lucha contra la violencia de género, puesto que “la distribución del espacio sigue siendo sexista”.  Necesito una explicación, ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? Yo lo llamo rizar el rizo.
Son ellos mismos los que establecen la discriminación sexista que supuestamente intentan eliminar
De hecho, con la propia distinción mencionada anteriormente de que las mujeres no jugamos a la pelota, solo los niños “mayores” son ellos mismos los que establecen la discriminación sexista que supuestamente intentan eliminar. El espacio debería ser común en cualquier caso y fomentar el respeto al prójimo entre los estudiantes.

La distinción entre hombres y mujeres existe y viene de raíz. Desde bien pequeños la educación y el trato que recibimos unos y otros no es el mismo, pasando por los estampados de la ropa, los colores y los juguetes. Niño-azul, niña-rosa, niño-coche, niña-muñeca. Que un crío pida una muñeca supone un drama familiar para muchos.

No nos engañemos, no empecemos la casa por el tejado y no intentemos matar moscas a cañonazos que bien sabemos que eso nunca funciona.

Lo único que sucede es que nos encontramos ante la imposibilidad de padres y educadores para gestionar un problema basado en la convivencia y el respeto. Como bien sabemos es el ego y el individualismo lo que hoy en día está in vogue


Reiven©
Reiven©