La
tenue luz de la Sala Fénix ilumina un escenario discreto, solo un pequeño
comedor formado por una mesa y varias sillas. Al fondo una proyección da inicio
a Suma y Resta, la obra protagonizada por Evelyn Arévalo y Belén Bouso de la
compañía Variacions.
Dos
mujeres, dos hermanas que aun naciendo en el mismo entorno acaban adoptando
pensamientos y formas de vida completamente opuestos. La hermana mayor, Agnès,
parece ser la viva imagen del padre, que ella misma describe con gran afecto,
negativa la llaman, seria, terrenal. La hermana menor, Laura, a la que
correspondería ser como la madre es la positiva, alegre y soñadora.
Agnès
tiene prácticamente todo lo que la sociedad premia: una casa, un buen trabajo y
un buen marido, solo le falta el bebé y el perro para ser la familia perfecta,
pero no parece ser feliz. Laura ha luchado por sus metas pero no lo ha
conseguido, sigue soñando aunque anhela en parte la vida que lleva su hermana,
de todas maneras, sí parece feliz.
Esta
obra, resumida a grandes rasgos, sorprende por la incorporación de material
multimedia en formato vídeo que aporta más detalles sobre la vida de los
personajes, muestra actividades que sobrepasan el escenario de la obra y
completan algunas acciones que se producen fuera del comedor. A través de estas
pequeñas filmaciones conocemos a la madre, así como a las parejas de ambas, sin
embargo por alguna razón no nos desvela la incógnita sobre el padre. En
ocasiones rompe con la estética y la pregunta es si realmente todos los
vídeos aportan algo imprescindible para
la obra, más allá de una pequeña integración más profunda de sus personajes.
Aunque
los monólogos y la acción de las escenas se combinan con gran naturalidad la
estructura de la misma puede llegar a ser confusa. Quizás la historia intenta
abarcar demasiados temas sin conseguir cerrarlos en su totalidad. No obstante,
al mismo tiempo lleva al espectador a conocer la rutina de las hermanas y va
aportando una carga emocional que poco a poco van adoptando las protagonistas
debido a sus circunstancias.
Es
el egoísmo y la falta de comprensión lo que desemboca en un final, -para no
desvelar nada- impactante, aunque
incierto. Una pequeña falta de
contundencia o inconclusión dio lugar a unos primeros tímidos aplausos que
luchaban contra la duda de si estábamos ante el final de la obra, unos aplausos
que cobraron fuerza y se prolongaron una vez se confirmó que ya había concluido.
Es
sin duda una obra con personajes
entrañables en su humanidad. Uno de los aspectos más destacables es la
atmósfera intimista, perfecta para una sala pequeña pero confortable y
acogedora como es la Sala Fénix.